Las cosas pintaban bien tras nuestra primera tarde por Dubrovnik. El plan para el día siguiente era relajarse un poquito por la zona, un baño en el mar, una escapada al Lokrum, visitar algún monumento. Pero nuestro gozo cayó de bruces en un pozo cuando amanecimos con un chaparrón considerable. My Darling nos tranquilizó un poco
Don’t worry Darling. I’ve seen the weather forecast on TV darling, and it says that we’re having showers in the morning but a sunny afternoon darling, don’t worry darling…
Mientras la cosa se calmaba un poco, optamos por desayunar en el sitio de nos había recomendado My Darling, el Moby Dick
Yes, yes, yes, my darling, they have everything you need to have breakfast darling. No problem darling. Just be sure to give them my card…
Y con su tarjeta nos fuimos al susodicho restaurante. Cierto es que llegamos a las 11, y ya teníamos al lado a unos alemanes pidiendo la comida, pero la verdad que este sitio no es el mejor para desayunar. Por dos razones bien claras. La primera es que le costó sacarnos un café, un zumo y un poco de pan de antes de la guerra con un poco de mermelada y mantequilla. Poco donde elegir, la verdad. Y la segunda razón es que nos metieron una clavada importante por el desayuno, que no volvimos a pagarla por uno en todo el resto de nuestra estancia. Menos mal que íbamos con recomendación. Vamos, que si váis a Dubrovnik, alejaros del Moby Dick.
Tras el desayuno, y con las hordas crucelísticas al acecho de un Dubrovnik bajo el agua, optamos por ver el convento de los Franciscanos, con una de las farmacias abiertas al público más viejas de Europa y el palacio Sponza, donde se puede ver, entre otras cosas, una exposición sobre las víctimas de la reciente guerra de independencia croata.
A la salida del palacio, el tiempo cambió radicalmente y las hordas cruceriles invadieron la ciudad. Algo exagerado. Momento ideal para comer en la recomendación de la Lonely Planet, la Spagueteria Toni. Un lugar muy recomendado en donde ponen una lasaña y unos canelones para hacer la ola. Apuntároslo si váis por esos lares.
El resto de la tarde lo echamos entre rayos de sol y lluvia por la ciudad vieja y viendo el España-Suecia, rodeados de españoles y suecos y con el subidón del gol de Villa en el ultimísimo minuto. Pobres suecos… se les quedó una cara…. La cena en el Mea Culpa, las mejores pizzas de Dubrovnik, pero nos tocó cambiar dos veces de toldo porque la tormenta que cayó fue espectacularmente copiosa. Bueno, saquemos el lado positivo. Cuando llovía a más no poder nos acabamos metiendo en el restaurante y acabamos tomando unas cervecillas con unas hermanas de Madrid que nos contaron la experiencia de su viaje, que ya se acababa, y nos dieron unas cuantas pistas para seguir el nuesto. La primera, ir a Mljet. Y es lo que ibamos a hacer al día siguiente.