Hoy tocaba partido de España en la Eurocopa. Ya estabamos clasificados, lo cual restaba interés al España-Grecia. Pero aún así había que planificar el día para salir de Split, hacerse más de 250 kilómetros, llegar a los lagos de Plitvice, ver algo y volver a tiempo para el fútbol con cervecita en una terraza por Split.
La solución, madrugar un poquillo y tirar millas. Así que con el estómago lleno con lo que arramplamos en un supermercado y con unos nubarrones negros negrísimos en el horizonte, salimos al descubrimiento del lugar en el que en marzo del 91 comenzó la revuelta de las milicias serbias que desembocaría en la guerra de los Balcanes. Lógicamente, uno no va a Plitvice por eso. La belleza del parque justifica la escapada e incluso quedarse algún día por la zona si se es amante de caminar por la naturaleza.
Tras una breve parada técnica de gasolina y café y un par de tormentas violentas, nos plantamos en la entrada del parque. Milagrosamente, en ese mismo momento dejó de llover y se empezaron a ver algunos rayos de sol. Nuestro plan era poder ver todo lo posible en cinco horas, que era el tiempo que teníamos para salir de allí a una hora razonable y llegar de vuelta a Split a una hora aún más razonable.
La organización del parque es estupenda. Hay infinidad de itinerarios ideados para todas las edades y tiempos de estacia. Las entradas incluyen transporte en una especie de autobús-tren eléctrico y en distintas embarcaciones que surcan los lagos inferiores. Combinándo estos con marchas a pie, se pueden hacer todos los itinerarios propuestos. Nosotros nos quedamos con el H, el de 5-6 horas. Así que a partir de ese momento seguimos a cualquier cartel con esa letra marcada a pies juntillos.
El famoso travertino (digo yo que se diga así en español) es el culpable de tanta belleza. Un alga que crece en esta zona dadas sus peculiares características climáticas, crea al morir un depósito calcareo, el travertino, que a lo largo del tiempo ha ido creando barreras naturales y por consiguiente los lagos del parque. La curiosidad de esta formación es que al seguir creciendo el alga, se crean nuevas deposiciones y la circulación del agua va cambiando con los años. Para evitar que esto afecte a los caminos del parque, las autoridades del mismo han creado toda una red de caminos de madera surelevados por los que muchas veces pasa debajo el agua. Realmente curioso.
La primera subida de nuestro itinerario era en autobús. Te dejan en lo alto de los lagos superiores, y la cosa empieza cuesta abajo. Bien. Fue bajando esta primera cuesta que nos volvimos a encontrar con el grupo de Málaga que conocimos el día de Mljet. Saludos, sorpresa e intercambio de planes para el resto del viaje. Pues eso, que nos veíamos si eso en Hvar. Foto, por si acaso no nos veíamos, y a seguir caminando.
El descenso nos va descubriendo cascadas y lagos cada vez más espectaculares, aguas cada vez más transparentes y truchas cada vez más gordas. Algo curioso de éste recorrido es que cuanto más bonitas son las cascadas, más grupos de turistas hay. Los recorridos de corto tiempo se reducen a visitas a los puntos más interesantes moviéndose en autobus entre ellos. Esto nos daba momentos de tranquilidad cuando hacíamos recorridos a pie en los que no había nada de especial.
Tuvimos sólo otro momento lluvioso en el parque. Fue justo en el paseo en barco por el lago inferior para llegar a las últimas cascadas, para mí las más bonitas. En cuanto llegamos al embarcadero volvió a parar de llover. No nos podíamos creer tanta suerte.
Sólo habíamos empleado cuatro de las cinco horas disponibles para ver el parque, así que el tramo de vuelta al coche lo hicimos andando y nos saltamos el itinerario establecido. Está claro que siempre es preferible caminar bordeando un lago que subirse a un autobús.
La vuelta al coche fue bastante friki entre un altercado con un tío alemán muy borde al pagar el parking y con Pablo que vio la mesa donde nos tomabamos unas cervezas y algo de pan con mortadela (se dice así en croata también) invadida por una familia de sordomudos. Lo curioso que el resto de las mesas permanecían vacías.
La vuelta a Split fue con tiempo más agradable y más rápida que la ida. Nuestro gozo cayó en un pozo cuando vimos que las televisiones croatas se contentaban de retransmitir el Rusia-Suecia, así que nos limitamos a cenar ligerito, otra hamburguesa del St.Riva, e irnos pronto a la cama, que al día siguiente tocaba otro madrugón para ir a Hvar, la isla paradisiaca…