No estaba previsto, pero tras intentar entrar en Arcos de la Frontera varias veces y no conseguirlo (otro día hay que hablar de la señalización en España), decidimos pasar el día en Jerez de la Frontera en nuestro camino hacia Cádiz.
Tras pasar por la oficina de turismo, una comida en un sitio de guiris, en donde nos trataron como tales, y un paseo por el Alcázar, nos decidimos a visitar las bodegas Gonzalez Byass, las creadores del afamado fino Tío Pepe o de los brandys Soberano o Lepanto.
Y yo me pensaba que ya empezaba a saberlo todo sobre la crianza del vino. Pero es ir a ver estas bodegas, y todo lo que sepas ya no vale para nada. Las barricas que casi duran un siglo, el trasiego de la mitad del vino de las barricas de arriba hacia a las inferiores, hasta llegar a las del suelo y sacar de ellas el solera (de ahí viene el nombre), los hongos o velo de flor que se forma y que le da ese sabor y aroma tan característico… nada que ver con la crianza que estaba acostumbrado a ver hasta ahora.
Y no todo termina ahí. Ir a la cuna del Tío Pepe es ir a ver sus famosos barriles firmados por celebridades, políticos, artistas y folclóricas, es ver los ratoncillos que beben vino o es ver sus preciosas avenidas cubiertas de viñas de extraordinaria altura.
Me llevé una botella de Croft, un fino (o Sherry, para los ingleses) , muy dulce, delicioso, que según ellos sólo se vende en Inglaterra. Si lo véis por ahí dadle una oportunidad. Siempre bien fresquito y acompañado de unas tapitas de jamón y unos picos ;-)